A mediados de los años setenta, las hermanas se jubilan y la tienda queda cerrada hasta que, en 1987, María Jesús, hija de María, que también había crecido ayudando a su madre en la Vega, decide retomar la tradición familiar en su residencia y abre un pequeño establecimiento en la Avenida de España de Torrelavega. Heredera del carácter emprendedor de su abuela y de su esmero, disposición y creatividad, María Jesús consigue que el nombre de Casa Carral vuelva a difundirse y que sus productos, los sobaos y quesadas originales, a los que se suman las magdalenas, los bizcochos de nueces y las pastas de mantequilla, sean reconocidos y apreciados por una clientela distinguida y fiel que valora la calidad artesanal.